Manzana de viviendas en Pino Montano, Sevilla
Antonio Barrionuevo 

Manzana de viviendas en Pino Montano, Sevilla

Antonio Barrionuevo 


No es fácil el acercamiento a esta obra que se expone como ilustración de una actitud regionalista existente en las últimas generaciones de arquitectos sevillanos, sin valorar previamente su encaje en una ordenación intencionada del Plan Parcial de Pino Montano, cuya redacción data del año 1980.

El marco normativo que crea este Plan Parcial responde a la necesidad de recomponer parte de la periferia sevillana con determinados instrumentos que habían sido abandonados por la planificación urbana en las décadas de los sesenta y setenta tales como el trazado, las alineaciones y una cierta premeditación en la imagen de la ciudad fruto del análisis tipológico y morfológico pormenorizado para determinadas zonas y usos de la ciudad.

La trama ortogonal, que ciñe a ésta y otras actuaciones de Pino Montano, aporta una voluntad de rigor, al mismo tiempo que un mayor margen de libertad en la formalización de plantas y fachadas en donde podrían actuar como elementos de singularización y de matización el uso en propiedad de las zonas libres en el interior de las parcelas o entre el límite exterior de la edificación y la calle. Esto permitiría no solamente en este proyecto sino en casi todos los que se llevaron a la realidad en la misma etapa, un tratamiento realista del espacio libre, coherente y adecuado tanto a la forma en que la población sevillana ocupa la calle, la plaza, o el corral de vecinos, como a la gradación de privacidad que el espacio libre tiene en la región, desde la calle hasta el patio.

Así, dentro de una pauta sensata y mesurada, aunque no exhaustivamente comprobada con los márgenes a los que obligan las normas de la vivienda pública en nuestro país, estalla una diversidad formal y estilística, que traspasa los límites del lenguaje y el ornamento para llegar a mostrar una variedad de símbolos, tratamiento, texturas, imágenes en suma, que como en el caso del proyecto ahora expuesto recrean la memoria y las costumbres del pueblo andaluz, tanto en el espacio colectivo como en el privado.

Muchos de los elementos tectónicos que la tradición ha ido incorporando al ornamento y al estilo de la arquitectura local, recuperan en este caso su carácter de pieza del edificio, de remate inseparable para plantas, secciones y fachadas. Estos elementos pasan de ser el lenguaje, a formar parte integrada de un lenguaje más complejo que a su vez engloba los aspectos económicos, tipológicos, urbanísticos, constructivos, y hasta estilísticos, de nuestro tiempo.

Al hablar de regionalismo arquitectónico, volviendo a subrayar el regionalismo como una actitud y no como un nuevo/viejo lenguaje de las formas arquitectónicas, este proyecto aporta una eficaz ilustración al discurrir por un cauce de racionalidad en el que el paisaje humano, cultural y natural, va aportando al resultado final la deseable identidad a la vivienda social sin que se diluyan en ese resultado las lecciones de la arquitectura del Movimiento Moderno o de la historia más reciente de la arquitectura en un plano internacional.

Se suman en este caso a las formulas de construcción sancionadas para la vivienda de bajo coste, otras fórmulas de tradición menos reciente, llevando a la imagen final del conjunto edificado una frescura y ligereza —de alegría, hay que decirlo— ausente hace mucho tiempo del panorama de la vivienda pública de nuestro país...[+]