En el extremo noroeste del campus universitario de Belfield se levantó un conjunto de edificios siguiendo la moda de la escuela masónica del siglo XIX. Organizado alrededor de una plaza cuadrada rodeada de tilos, el complejo se completó con la construcción del Instituto de Urbanismo, cuya disposición lo dota de entrada propia e independiente al complejo. Además, la nueva infraestructura permitió la conexión con la biblioteca existente, una estructura protegida de ladrillo rojo de estilo Art & Craft. La premisa fundamental del proyecto consistió en la búsqueda del equilibrio entre la tradición académica del erudito solitario y la realidad interdisciplinar contemporánea, generando un espacio propicio para la superposición casual y el intercambio de conocimiento. El edificio consta de dos capas que se combinan para formar una cuadrícula espacial. La primera, de dos niveles, en dirección este-oeste, establece un gradiente de privacidad entre el laboratorio y los despachos de investigación. Mientras, la segunda se organiza en la dirección opuesta, norte-sur, y acoge las claraboyas que permiten la entrada de luz natural. Hacia el exterior, la fachada se reviste de tejas de terracota, zócalos de granito, yeso moteado de mica y ladrillo rojo, favoreciendo la continuidad material con las preexistencias históricas adyacentes...[+]