Barcelona puede entenderse como una ciudad horizontal, construida según las reglas geométricas del plan de Cerdá, pero también como una ciudad vertical, con ejemplos como la Sagrada Familia, las torres de la Villa Olímpica y, sobre todo, los empinados barrios de las colinas en torno a la Torre de Collserola y al Tibidado. Esta doble lectura permitió imaginar un edificio cuya base se insertara en una ciudad horizontal, y cuyo cuerpo y coronamiento se inscribiesen en la vertical. Dicha morfología crea un juego de volúmenes, en el que un cuerpo cúbico actúa como contrapeso de la torre, que se define como un paralelepípedo rectangular partido longitudinalmente en dos, estando una de sus mitades desplazada verticalmente. Esta ruptura del bloque geométrico crea un movimiento de forma y de volumen, confiriendo un sentido urbano a la inserción de la torre en la ciudad horizontal. La disposición de formas elementales crea los signos de referencia del edificio: una marquesina a 25 metros de altura marca el acceso; una protuberancia en voladizo crea un salto en el perfil de la ciudad; y un cubo desplazado en la parte trasera libera una pequeña plaza sobre la calle Lope de Vega. La combinación de estos signos de urbanidad confiere al proyecto una auténtica capacidad de interacción con el contexto presente y futuro del lugar. La organización funcional del proyecto es la consecuencia lógica de su emplazamiento arquitectónico. En la parte baja del hotel se sitúan las actividades ligadas al encuentro y al movimiento como el vestíbulo, los restaurantes, las salas de reunión, la piscina y los bares de día y de noche. En el cuerpo del edificio encontramos, sin embargo, las habitaciones y las suites orientadas al mar o a la montaña, estas últimas con vistas a la Sagrada Familia. El diseño y el confort de sus interiores se basan en las generosas vistas que disfrutan las habitaciones, cuyas fachadas semejan pantallas gigantes que capturan la ciudad y el paisaje. Las pantallas se articulan a través de una serie de elementos de menores dimensiones, como si se tratasen de sets televisivos, conformando un ‘muro de imágenes’ que, en términos constructivos, constituye un caparazón de paneles rectangulares opacos, translúcidos y transparentes. Esta piel de protección y acabado es estable, ya que está realizada con gruesas placas de aluminio y vidrio, por lo que resulta denso, rígido e inalterable por la corrosión. Como una estilizada aguja de metal, la torre del hotel centellea en el perfil de Barcelona. Por la noche, se transforma en una lámpara urbana, en un signo luminoso de la Diagonal.


Cliente Client

Sol Meliá Hotels & Resorts

Arquitectos Architects

Dominique Perrault Architecture (autor del proyecto project author); Corada Figueras Arquitectos: Virginia Figueras, Franco Corada (arquitectos asociados associate architects); AIA: Joan Carles Navarro, Albert Salazar (arquitectos Barcelona Barcelona architects)

Colaboradores Collaborators

Gaëlle Lauriot-Prévost (dirección artística artistic direction), Guy Morisseau (ingeniería de estructuras?structural engineering), Juan Fernández Andrino, Cyril Lancelin, Caroline Nachtigall-Marten, Natalie Plagaro-Cowee, (Dominique Perrault); Fabio Aurichio (AIA); Isabel Arnau, Carlos Nicolau (Corada Figueras Arquitectos)

Consultores Consultants

BOMA: Robert Brufau, Rodrigo Martín (estructura structural engineering); AIA: Joan Carles Navarro, Albert Salazar (instalaciones mechanical engineering); ID Arquitectos Técnicos: Ildefonso Pérez, Daniel Serra; BOMA: Hugo Díez (dirección de ejecución construction management); Socotec Iberica (control de calidad?quality control); Querol & Colomer Consultors Acustics (acústica acoustics engineering); TAG Management: Jordi Mañas, Pere Rubiras, Ramón Ribas (coordinación de proyecto project management)

Contratista Contractor

Edifica Construcciones y Obras Civiles

Fotos Photos

Jordi Bernadó, André Morin, Christian Richters, Jordi Sarra