En el límite sur de Sant Fruitós, municipio catalán de la comarca del Bages, este colegio emerge al norte de la parcela y mira hacia la avenida de Sant Joan. El edificio busca integrar en esta fachada el conjunto escolar, incluyendo una pista deportiva y un gimnasio preexistentes. Entre el volumen de dos alturas de primaria y el de una planta del bloque de infantil se sitúa el pasaje de acceso, rompiendo la fachada continua de 91 metros y desde el que se entra al vestíbulo principal.

La escuela está organizada como un espacio de transición entre el medio urbano y el rural. El terreno presenta un desnivel de 6 metros hacia el sur, hacia el campo. Por ello, se articulan tres niveles exteriores: el inferior con la entrada, el pasaje, los patios de infantil, el acceso al gimnasio y el patio del comedor; el intermedio, donde se encuentra la pista de juego, conectado al camino de las Brucardes; y el superior con el patio, la planta primera y entrada directa desde las aulas de primaria. Este nivel superior está en contacto con el campo, los bancales y la vegetación existente de higueras y almendros; está organizado con taludes, añadiendo nuevos árboles caducifolios para dar sombra en verano.