El proyecto para la nueva escuela municipal de Berriozar —a seis kilómetros de Pamplona— arranca de la consideración de la importancia de la arquitectura en el ejercicio de la enseñanza, inspirado en las palabras de Louis Kahn: «La escuela comenzó con un hombre bajo un árbol, un hombre que no sabía que era un maestro, y que se puso a discutir de lo que había comprendido con algunos otros, que no sabían que eran estudiantes».

La escuela se desarrolla según el modelo heredado de las escuelas municipales italianas de Reggio Emilia, donde las estancias infantiles se articulan principalmente en torno a una ‘plaza’ central que sirve como lugar de encuentro e interacción y como espacio para el desarrollo de las actividades comunes de la escuela. Teniendo en cuenta la proporción marcadamente longitudinal de la parcela, hubo que situar la plaza en una posición central y disponer de sendos patios en los extremos. 

Inspirado en el modelo de las escuelas municipales de Reggio Emilia, el proyecto confía en el valor pedagógico de arquitectura y en su capacidad para generar espacios que contribuyan al desarrollo de los niños.

De este modo, las aulas y sus dependencias anexas pasan a ocupar una posición intermedia, directamente conectadas tanto con la plaza central —iluminada y entendida como un espacio exterior— como con los patios de juego, tratados como una prolongación física y visual de los espacios interiores. Esta distribución de la planta obligaba a intervenir en la cubierta para iluminar y ventilar naturalmente todas las estancias. La potente geometría de los lucernarios, que surgen en función de la actividad que se desarrolla en planta, se convierte en una de las señas de identidad del proyecto.

La construcción se organiza a partir de una modulada estructura de hormigón armado que cualifica y define tanto el espacio interior como la forma en la que la luz incide en el mismo. Una celosía de color envuelve exteriormente el edificio y los patios de juego, matizando y enriqueciendo la relación entre la calle y los espacios interiores. Frente a este despliegue cromático exterior vinculado al carácter infantil y lúdico del edificio, el interior ofrece una atmósfera serena y neutra gracias a la homogénea y generosa iluminación cenital natural. La doble escala y el juego son, finalmente, las dos herramientas fundamentales empleadas para definir el espacio interior y su equipamiento. La ineludible condición lúdica de los espacios se complementa con su control dimensional en relación al distinto tamaño de niños y cuidadores y a los diferentes objetivos que se persiguen: para los niños, recintos proporcionados a las actividades y la dimensión de los grupos y, para los cuidadores, máxima permeabilidad y transparencia que faciliten el control visual de los pequeños.

En la cubierta, unos lucernarios de potente geometría permiten la ventilación natural y una iluminación generosa y homogénea de los interiores; al mismo tiempo funcionan como señas de identidad del edificio. 


Cliente Client

Ayuntamiento de Berriozar

Arquitectos Architects

Javier Larraz, Iñigo Beguiristain, Iñaki Bergera

Colaboradores Collaborators

Juan Miguel García; Atec Aparejadores (aparejadores quantity surveyors)

Consultores Consultants

Naven Ingeniería de Instalaciones (instalaciones mechanical engineering); FS Estructuras (estructuras structural engineering)

Contratista Contractor

H.N.V. Harinsa Navasfalt, S.A.

Superficie construida Floor area

1.278 m² + 602 m² urbanización site

Presupuesto Budget

1.697.670 euros

Fotos Photos

Iñaki Bergera, Javier Larraz, Iñigo Beguiristain