Con más de quinientos años de historia, el convento de las Bernardas fue fundado por el Císter en 1509, constituyendo el único de esa orden en el sur de Portugal. El terremoto de 1755 dañó seriamente el edificio —se salvó, sin embargo, su portada manuelina, aún conservada—, que experimentó sucesivas reformas hasta la desamortización de las órdenes religiosas portuguesas en 1834, cuando fue adquirido en pública subasta y convertido en fábrica. Tras algunos años en funcionamiento, en los que fue sometido a radicales transformaciones que desvirtuaron su carácter, el convento fue dejado al abandono.

El proyecto de rehabilitación y ampliación es consciente de la dificultad de hacer viable económicamente este tipo de actuaciones en edificios patrimoniales, a menudo convertidos en equipamientos públicos con un elevado coste de mantenimiento. Aquí, al contrario, se ha optado por dar al convento una nueva vida como complejo residencial, integrando 78 viviendas de diferentes tamaños en la estructura original y en una ampliación aneja de nueva construcción. Además del programa habitacional, el proyecto incluye dos piscinas de agua salada, haciéndose así eco de las numerosas salinas presentes en esta región de Portugal.