El cliente demanda una intervención singular en el Lugar de Albeida, en el vértice y principio de la ría de Muros y Noia: nueve alojamientos exentos y de nueva planta deben complementar la rehabilitación de cuatro construcciones tradicionales, incorporándose con ellas al nuevo conjunto hotelero; además, se ha de recuperar y poner en valor un espacio humanizado, con un hórreo y unos muros de mampostería que perfilan el territorio, colonizados por gran cantidad de caducifolias.

La potente historia de las edificaciones tradicionales existentes —anteriormente residencia y estudio de grabación de un conocido músico gallego—, así como el cuidado y la conservación tanto de la rica vegetación como del territorio construido, determinaron pero también enriquecieron la aproximación al proyecto a través de varios niveles.

El primero, el más global, permite el acercamiento a través de la sección, que procura unas primeras manchas, con el objetivo de mantener la intimidad de cada construcción pero sin renunciar a las vistas, a través de las ramas de los árboles, de la desembocadura del Tambre en primer término, la villa de Noia, que un poco más allá se asoma a la ría, casi en su vértice, y al fondo los montes del Barbanza, como un telón.

En el segundo nivel, prosigue el acercamiento con la definición exacta de las nuevas edificaciones, su situación precisa: escrupulosas con el mundo vegetal con el que van a convivir, pero también con las preexistencias tradicionales con las que van a dialogar. Las ligeras estructuras de madera se apoyan delicadamente sobre el territorio salvando las raíces de los árboles, con los que se mezclan de forma natural. Se determinan las alturas precisas de las plataformas, los recorridos de acceso y las llegadas… Se borran los límites arbitrarios, y todo discurre como en una charla cordial, pues lo natural y lo artificial inician un diálogo que se apoya en el pasado, se asienta en el presente y se proyecta hacia el futuro.

Por último, la definición exacta de las soluciones constructivas evoca una cadena de relaciones: los entramados de madera proporcionan un sistema en el que cada nuevo paso se insinúa de algún modo en el anterior, en las distintas escalas de intervención, donde lo mismo se resuelven las estructuras portantes que los detalles del mobiliario. Como si de un pentagrama se tratase, las distintas melodías remiten a variaciones de un tema principal, en honor a las arpas que durante tantos años llenaron de armonía el lugar. Un orden musical que se mantiene y que determina acabados y proporciones...

Premios de Arquitectura y Urbanismo 2020 del CSCAE