Cercano al río Qiang Tang, en la localidad de Hangzhou, en el sudeste de China, se sitúa un pequeño valle bordeado por espesos bosques de bambú. Sobre este privilegiado enclave natural, determinante en la concepción del proyecto, se despliegan doce inmuebles de vivienda. Los volúmenes se disponen sobre el emplazamiento a tresbolillo, siguiendo una trama casi regular que se adapta suavemente a la pronunciada topografía del terreno, lo que permite maximizar el espacio libre en torno a cada bloque. Los espacios intermedios se colonizan con vegetación arbórea que refuerza la individualidad de los bloques y que permite disfrutar a cada uno de ellos de su propio claro en el bosque. Sobre la superficie del terreno, liberado de tráfico rodado gracias a un aparcamiento subterráneo, se traza una red de senderos que conducen a las plantas bajas de acceso a los edificios.

El emplazamiento de cada uno de los bloques en el terreno así como la particularidad de las vistas y del soleamiento han dado lugar a seis tipologías diferentes que varían en tamaño y distribución. Todos los edificios comparten, sin embargo, una misma altura de cinco plantas, con un único apartamento por planta de unos 400 metros cuadrados. Las viviendas disfrutan de un espacio fluido y sin interrupciones, delimitado únicamente por los elementos sólidos donde se alojan los espacios de servicio. Estos cuerpos están recubiertos por preciados materiales tradicionales, contribuyendo así a la sosegada atmósfera que preside los interiores.

Una galería exterior recorre sin interrupciones la fachada del edifico, generando espacios de transición entre el interior habitable y la naturaleza circundante. Su piel, que se materializa en múltiples listones verticales y paralelos de madera, retoma principios de la vivienda tradicional china, pues la proximidad de los listones entre sí se adapta a las diferentes condiciones de uso, luz o emplazamiento. La presencia de elementos móviles en fachada garantiza una adecuación aún mayor de los espacios internos a los diferentes grados de privacidad y transparencia exigidos por los usuarios.

En el extremo norte del solar se sitúa un pequeño club de campo y una piscina exterior sobre una plataforma elevada. Ambos elementos se adaptan mediante una geometría irregular a los límites del solar y, en el caso del edificio del club, a la acusada pendiente del terreno, conformando una suerte de muro de contención cuyo interior se esculpe como si de una cueva excavada en la roca se tratase. El uso del hormigón coloreado y la piedra volcánica refuerza el carácter monolítico de las piezas.