Una ubicación céntrica, gran altura de techos y generosas dimensiones en planta son los rasgos que han colocado a los antiguos edificios industriales en el punto de mira de inversores inmobiliarios ávidos de diversificar su oferta de cara a un mercado cada vez más necesitado de flexibilidad espacial. En esta línea, la fábrica Dürkoppwerke, en la ciudad alemana de Bielefeld, ha sido ahora objeto de una reconversión que ha transformado sus naves en un moderno conjunto residencial. Junto al casco histórico de la ciudad, esta fábrica de máquinas de coser fundada en 1860 fue creciendo por adición a medida que la empresa diversificaba su producción. La trama de calles existente impuso un crecimiento por bloques unidos por pasarelas que han terminado por caracterizar la imagen del barrio. Para conseguir las distancias entre edificios que las viviendas requerían, sin traicionar los rasgos singulares del conjunto, fue necesario llevar a cabo una precisa operación de extracción y sutura que ha transformado el denso agregado de naves en una manzana abierta al sol y al aire.

Dos edificios de nueva planta se levantan sobre la superficie liberada tras demoler las construcciones menores, entrelazándose con el edificio perimetral de 1911 y una nave adicional, que han sido ahora restaurados. La diversidad de los anchos de crujía ha permitido instalar tanto viviendas —algunas con patios privados abiertos en la cubierta— como oficinas y locales para el deporte y el ocio dentro de una misma manzana, transformando el conjunto en una estructura en peine de usos mixtos. Un aparcamiento en altura completa el volumen de la manzana por la esquina suroeste, envuelto en un cerramiento translúcido de malla metálica. Los espacios libres traban las distintas piezas, como un tapiz de cuadros de hierba, pavimento de adoquín y estanques de agua que reproducen las plantas de las arquitecturas demolidas.

Haciendo explícita la procedencia de cada cuerpo, el enfoscado de los edificios existentes ha sido picado para dejar a la vista los paños de ladrillo que identifican la arquitectura fabril del siglo XIX. Por contraste, una envolvente de piezas de vidrio industrial en U forma el cerramiento de todo lo nuevo, acusando con perfiles metálicos las sucesivas líneas de forjado. Esta misma veladura de cristal verdoso —que deja adivinar la capa de aislamiento térmico— cierra también los puntos de las naves en los que éstas se conectaban con construcciones demolidas, permitiendo imaginar a los nuevos inquilinos la configuración original de un centro productivo ahora impensable en el centro de la ciudad... [+]