Integrada en el paisaje boscoso que rodea el embalse de San Juan, a las afueras de Madrid, en una pendiente inclinada que termina a las orillas de este, se posa con delicadeza sobre la tierra la casa Zigzag, pensada para vivir en el aire, flotando sobre el suelo.

Minimizando su huella, la casa se pone de puntillas sobre la tierra, y sus vigas emergen como piedras que sostienen un equilibrio inestable de horizontalidad precaria, generando una serie de espacios donde la vida se desarrolla siempre en movimiento entre formas inciertas. Cada uno de los niveles ofrece una estancia, un espacio capaz de albergar los usos que se necesitan, un horizonte al que mirar y una manera diferente de experimentar el paisaje sin necesidad de habitaciones ni ventanas. Su capacidad para adaptarse al terreno genera un espacio en zigzag trazado por la estructura de la casa y la disposición de los árboles, haciendo que en ningún momento lleguen a tocarse.

La inercia del terreno en pendiente impulsa todo hacia el fondo; las estructuras resisten el empuje anclándose firmemente a la tierra, mientras que el espacio va fluyendo hasta sumergirse en el agua del embalse...[+][+]