A menos de una hora del ajetreo y bullicio de una gran urbe como Tokio, la localidad de Karuizawa ofrece la tranquilidad natural de sus frondosos bosques. Como respuesta al escarpado terreno colonizado por altos árboles, la casa concentra la huella sobre el lugar para crecer hasta alcanzar las tres alturas, abandonando por tanto la idea de una construcción extensiva desarrollada en un solo piso para repartir la superficie total de 102 metros cuadrados en las diferentes plantas.

El programa se distribuye en función de los distintos niveles, situando una habitación de huéspedes en la planta baja con acceso desde la cota inferior de la parcela. Sobre esta planta se despliegan los espacios más sociales, englobados en una zona conectada con la entrada principal a la que se llega a través de un ligero puente que salva el desnivel del entorno. La escalera interior de delgados perfiles metálicos enlaza con el nivel superior, donde se encuentra el dormitorio de los dueños. La solución uniforme del cerramiento para las cuatro fachadas ofrece una visión global sobre el paisaje natural circundante, sin jerarquizar las vistas hacia una dirección determinada. La estructura realizada en madera mediante vigas y pilares atados por finas bandas modula el tamaño de las piezas de vidrio... [+]