Realizada por encargo del pintor Luis Gordillo para uso exclusivamente residencial, esta vivienda situada en el entorno madrileño ha partido de un concepto básico de caja elemental, con una distribución y una configuración convencionales de las estancias, y ha sido el diálogo de este programa con el paisaje y la topografía lo que ha generado las particularidades de la propuesta definitiva. Entre los criterios de partida estaban conseguir un edificio económico y huir de la pesadez de la construcción tradicional sin renunciar a la compacidad de los espacios ni a sus atributos domésticos. Con el fin de responder a estos criterios, se ha optado por un tipo de construcción ligera, normalmente asociado a programas no residenciales, pero muy adecuado cuando el concepto básico parte del rigor geométrico. El recurso extensivo a elementos de catálogo ha permitido responder a los requisitos de economía y facilidad de construcción, mientras que el cuidado en el diseño de la sección constructiva y de los huecos ha sido un factor esencial en el buen comportamiento térmico y constructivo del edificio y, por ende, en la facilidad de mantenimiento.

El programa se ha organizado dentro de un volumen escalonado desde el nivel inferior del patio de acceso hasta la azotea, eligiendo en cada caso las vistas y el grado de contacto con el entorno más adecuados. Así, la planta baja, donde se concentra la mayor parte del programa, se abre plenamente hacia el chaparral que la rodea, mientras que la planta superior y la azotea se orientan en función de las magníficas vistas hacia el oeste, con la sierra de Guadarrama, y el este, donde se vislumbra Madrid.

El elemento principal de la planta baja lo constituye el gran salón en esquina y doble altura. La escalera oculta tras la gran estantería que forma la pared interior permite el acceso a un espacio abierto en la segunda planta que actúa a la vez como prolongación del espacio común y como galería de distribución a los dormitorios; este espacio está comunicado con la primera terraza de la vivienda, en la que un pavimento diferenciado señala el área de estancia. Desde la galería arranca también una escalerilla hasta un pequeño mirador en la azotea.

El revestimiento de los paños ciegos por encima del zócalo de hormigón visto correspondiente al garaje se ha resuelto con paneles metálicos reflectantes Robertson, dispuestos en franjas verticales continuas. Sobre los huecos acristalados, unas celosías de madera pivotantes que sobresalen del plano de fachada completan el sistema de cerramiento, garantizando a la vez la intimidad y la permeabilidad visual hacia el exterior...[+]