El proyecto de esta casa surge de un debate intenso, y a veces contradictorio, con el lugar donde se asienta. Construida, como la casa Burnette, en Phoenix, Arizona, disfruta de un paisaje prácticamente desértico, completamente horizontal y con la única presencia de un barranco que atraviesa la finca. La ausencia de vecindario y la demanda de un programa extenso permiten una implantación dispersa en el terreno. Quizá por ello no muestra una disposición clara a entender el lugar como un fondo sobre el que construir el edificio, sino que recoge de los viejos maestros, Wright especialmente, la idea de disolver la casa en el entorno.

El programa se materializa en tres cuerpos diferenciados: el garaje y los servicios en el acceso; el estar, el comedor, la cocina y las habitaciones de los niños en el centro; y el estudio, el dormitorio principal y otro para invitados en el extremo. Las tres piezas, aunque con pequeñas distorsiones, se sitúan paralelas, creando entre ellas dos patios y dejando el barranco a modo de jardín entre la zona de estar y las habitaciones. El paso entre estos cuerpos tiene lugar a través de dos puentes, uno cerrado y otro abierto, que sobrevuelan por encima del cortado a la altura de las copas de los árboles. Un sistema de voladizos, que acentúa la distorsión de la planta, traba visualmente la casa con su entorno.

Más que resolverlas, la casa explora las posibilidades de relación con el lugar. Asentado en el terreno, el estar se abre por uno de sus extremos hacia la piscina. Los grandes ventanales y las amplias superficies nos remiten a la casa Kaufmann de Neutra, mientras que los juegos de luz y sombra que propician el intercambio entre interior y exterior recuerdan algunas residencias de Schindler. La casa gira en torno a su centro, abierta hacia el exterior en los extremos y sin perder en ningún momento su clara envolvente paralelepipédica. Tan sólo unos pequeños giros, casi imperceptibles, revelan la voluntad de flexibilizar la implantación.

La fragmentación del programa en tres cuerpos multiplica los ejes visuales, y los pequeños giros posibilitan una cualificación de los espacios intersticiales. La forma de cada pieza no busca focalizar sus extremos, sino que da pie a una lectura espacial más rica. Los muros no tienen un carácter rígido, constituyéndose en límites entre interior y exterior, sino que parecen danzar como si formaran parte del decorado más que de los mecanismos de apertura o cierre. En su relación con el paisaje que la rodea, esta casa abunda en recursos formales, expresados quizá con cierta ligereza en el método, pero también con resultados satisfactorios...[+]


Cliente Client
Gretchen Freeman, Alan Silverman 

Arquitectos Architects
Tod Williams, Billie Tsien & Associates 

Colaboradores Collaborators
Betty Chen

Consultores Consultants
Brickey Rudow & Berry (estructura structure); Otterbein Engineering (instalaciones mechanical engineering); Floor + TenEyck (paisajismo landscaping

Contratista Contractor
GM Hunt Builders

Fotos Photos
Michael Moran