Casa Cubo, Ithaca
Simon Ungers 

Casa Cubo, Ithaca

Simon Ungers 


En el estado de Nueva York, a unos trescientos kilómetros al norte de la ciudad de los rascacielos y en una finca de 140 hectáreas, se ha construido esta vivienda sin más pretensiones que las de servir de refugio durante los fines de semana. Situada casi al borde de la propiedad, la casa busca las vistas lejanas de un barranco y del bosque que cubre aproximadamente un tercio de la finca, convirtiéndose en observatorio privilegiado de la naturaleza que la rodea. En este paraje abierto que se extiende al pie de las colinas, la casa intenta colonizar tímidamente su entorno más inmediato con un pabellón adicional de una sola planta que será construido en una segunda fase. Un muro a lo largo del sendero que vinculará en un futuro los dos edificios terminará por acotar un pedazo del terreno, una suerte de patio abierto entre ambos.

Como los graneros construidos en Nueva Inglaterra por los primeros colonos, la casa recibe al visitante de fin de semana con un volumen rotundo cuyas líneas precisas se recortan ante el fondo de las colinas. De proporciones casi cúbicas, el prisma así definido alberga un escueto programa: el garaje y un pequeño estudio en la planta baja, y una zona para estar y cocinar en el primer piso, apenas separada del dormitorio por una estantería baja. En vez del tejado a dos aguas típico de las construcciones rurales de la zona, una azotea plana remata el edificio, haciendo evidente su condición de atalaya. La casa se levanta entonces como un observatorio desde donde contemplar el paisaje al abrigo de los elementos, al que hasta los zorros y los ciervos se acercan sin miedo.

Para no traicionar su vocación de cabaña elemental y primigenia, y hacer viable su mantenimiento con un mínimo esfuerzo, la casa se defiende de la intemperie con una envolvente de bloque de hormigón sin enfoscar que insiste en la condición compacta y masiva del volumen. Como contrapunto a la solidez de este cuerpo, una escalera liviana de rejilla metálica recorre la fachada este, procurando un acceso directo a la cocina en el primer piso y a la terraza de la azotea. La diagonal se superpone así a la composición de unos alzados de líneas ortogonales en los que se recortan grandes huecos cerrados con carpintería de aluminio. Un pavimento continuo de hormigón pulido se extiende desde el patio al interior en la planta baja, mientras la zona más doméstica en el piso superior se pavimenta con un machihembrado de listones de roble, terminando de definir el refugio como la suma estricta de lo absolutamente necesario...[+]


Cliente Client
Simon Ungers

Arquitecto Architect 
Simon Ungers 

Colaborador Collaborator 
Matthias Altwicker 

Contratista Contractor 
Bruno Schickel

Fotos Photos
Eduard Hueber