El proyecto debía ampliar una casa de campo en una privilegiada parcela frente al mar, a las afueras del pintoresco pueblo de Goleen, una pequeña zona rural del condado de Cork, en el extremo suroeste de Irlanda. La construcción existente se distribuía en un volumen lineal, con paredes enlucidas en blanco y faldones a dos aguas de pizarra, de norte a sur, entre una pared rocosa y un arroyo, y abierto a una suave pendiente hacia la costa acantilada. La propuesta continúa este lenguaje formal con una serie de pabellones paralelos a la vivienda original, y con cubiertas inclinadas de la misma altura. Los distintos anexos se escalonan gradualmente para adaptarse a la caída natural del terreno, creando una serie de patios entre ellos. De este modo, desde la entrada por el ala oriental se genera un recorrido serpenteante hasta la terraza posterior. Tras su rehabilitación, el prisma primitivo se dedica a las habitaciones para invitados, y se une a los otros por una conexión de vidrio para llegar al dormitorio principal del primero, el comedor y la cocina del segundo, y a la sala de estar del último. Al final del recorrido se revelan las vistas de los acantilados, el mar y las islas de West Cork. Para no alterar este paisaje natural, las nuevas estructuras se revisten de piedra caliza autóctona, que con la pátina del tiempo se mimetizará con el pedregoso entorno...[+]