En el cinturón verde que rodea la capital británica, a menos de una hora de distancia de su centro, Piper’s End es una aldea tranquila del condado de Hertfordshire. Con una topografía suavemente ondulada, en el paisaje de esta zona se yuxtaponen de manera ordenada lacónicos invernaderos, cobertizos y demás construcciones agrarias. Tomando estas tipologías y agrupaciones como referencia, la casa se concibe en planta como cinco franjas paralelas superpuestas con diferentes naturalezas y funciones, desde el pequeño bosque de abedules de la entrada hasta la reflectante lámina de agua y la logia posteriores, o los sendos cuerpos de madera y cristal. Ordenadas por tamaño, las distintas longitudes de las hileras acentúan su independencia, y hacen que solo se descubra el lugar cuando se recorre. De este modo, el volumen de madera se sitúa al norte para hacer de telón de fondo del huerto y alberga las estancias de servicio. A continuación se emplaza la construcción más grande de vidrio, donde se sitúan las habitaciones principales abiertas a una gran sala a doble altura. Por último, tras la gran pantalla acristalada se encuentran la marquesina de acero, que da sombra a la vivienda y enmarca las vistas; y la piscina, que refleja la luz hacia el interior y hace de abrevadero para los animales que habitan el extenso prado...[+]