Tras la segunda Guerra Mundial, el distrito de King’s Cross se convirtió en una zona industrial muy degradada, pero desde principios de la década de 1990 ha experimentado una incesante regeneración urbana, en gran medida promovida por la renovación de su histórica estación y la llegada de la conexión de alta velocidad con el continente a través del túnel bajo el Canal de la Mancha. Dentro de este contexto en transformación, el conjunto se sitúa en una alargada parcela en la parte superior del Regent’s Canal, y colindante al extenso nudo de vías que llega al intercambiador ferroviario. Para relacionarse con las distintas realidades de su entorno, el edificio se fragmenta en dos, con un compacto cuerpo de nueve alturas al sur, y una torre de catorce en su parte superior. El extenso programa incluye desde una central eléctrica en las cotas más bajas, o varias plantas de aparcamiento en la zona cercana a las vías, hasta zonas de ocio ligadas a la calle y diferentes tipologías de viviendas en los pisos más altos. Además, sobre el volumen de menor altura se genera una plaza ajardinada que da acceso a la hilera de casas adosadas. Esta variedad de usos se unifica con el tratamiento de las fachadas, un revestimiento de paneles de hormigón aligerados en color rojo terracota, por el que se extiende una rica decoración de geométricos tapices...[+]