En la zona este de Amsterdam, junto al antiguo puerto que recientemente ha sido recuperado como barrio residencial, una nueva construcción se asoma al agua haciendo de la contención formal su razón de ser. Como no podía ser de otra manera en esta ciudad de canales, el solar es una franja de terreno estrecha y profunda, en la que la luz entra tan solo por dos de sus frentes. Ante estos factores de partida, la casa se esconde tras dos fachadas de geometría estricta que actúan como pantallas de la vida doméstica: de hormigón armado y rasgadas por grandes huecos rectangulares, protegen la liviana caja de vidrio que es la vivienda con una serie de espacios de transición entre el ámbito público de la calle y la privacidad hogareña. Así, un patio que sirve al mismo tiempo de garaje se abre desde la calle como antesala de la entrada principal, mientras un vacío más estrecho recorre toda la altura del edificio, oculto tras la fachada que se abre hacia el canal y parece literalmente flotar sobre el agua como una gran barcaza vertical.
Frente a la horizontalidad que domina en la composición de las fachadas, una fuerte tensión ascensional —tal vez inspirada en la profesión del cliente, un alpinista— se transmite a todas las estancias de la casa, que se asoman al patio de acceso o al vacío que recorre el frente norte en toda su altura. El programa se distribuye en un total de cuatro plantas, invirtiendo la estratificación tradicional de usos —espacios comunes abajo y estancias privadas arriba— para sacar el máximo provecho de la luz y las vistas. Hacia la calle, la parte inferior de la fachada bascula para dar acceso al garaje, una rampa de rejilla metálica que asciende hasta la entrada y bajo la que se ha habilitado un pequeño sótano de almacenaje. El dormitorio ocupa junto con el baño el nivel de acceso bajo el que se encuentra una planta a ras del canal dedicada a biblioteca y cuarto de trabajo y estudio. Como si se tratara del corazón de la casa, la cocina y el comedor se ubican en la planta intermedia, reservándose el ámbito bajo la cubierta —un plano enteramente rasgado por lucernarios— para la sala de estar.
Dominado en su totalidad por una estricta geometría ortogonal, el proyecto es toda una apuesta por los materiales fríos y los acabados precisos. Las fachadas exteriores del inmueble se llevaron a cabo en hormigón armado, mientras un muro cortina se empleó como cerramiento de la casa propiamente dicha a los patios, pavimentados con rejilla metálica. Sólo el contorno impreciso del árbol que crece en el patio introduce un matiz orgánico en este universo introvertido de coordenadas cartesianas...[+]
Arquitecto Architect
Koen van Velsen
Colaboradores Collaborators
Gideon de Jong, Lars Zwart, Marcel Steeghs
Fotos Photos
Duccio Malagamba