Además de por su excepcional configuración urbana —fruto de la labor de Willem M. Dudok como arquitecto municipal durante gran parte del siglo XX—, Hilversum es conocida por concentrar en su término municipal un gran número de emisoras de radio y televisión. Buscando precisamente la proximidad con las distintas cadenas de radiodifusión, el Commissariaat voor de Media—la oficina que por encargo del estado lleva en Holanda el control de medios— ha elegido un solar frente al polígono denominado Mediapark para levantar su sede. El edificio se sitúa así en la franja verde que separa el mencionado polígono de la zona residencial de Hilversum, apropiándose de un pedazo del paisaje característico de la región de Het Gooi, el llamado pulmón de Amsterdam.

Con una ligera pendiente —que en la llanura del territorio holandés resulta excepcional— y tapizado por un frondoso bosque de hoja caduca, el solar determinó en gran medida la forma del edificio. Una cubierta continua de contorno rectangular desciende con la pendiente perforada por patios que tratan de apropiarse de la naturaleza en la que el edificio se sumerge. Con el mismo fin, unos pasillos acristalados se alinean tras las fachadas longitudinales asumiendo la inclinación del suelo. En dirección perpendicular a éstos, unos corredores dan acceso a los despachos, que se abren exclusivamente a los patios. Concebidos como escape visual del espacio de trabajo, estos vacíos prismáticos recortados en el volumen del edificio se abren como composiciones plásticas de ventanas de distinto formato y altura, y planos de ladrillo enfoscado en blanco, a los que se ha superpuesto un motivo gráfico de superficies geométricas de colores tomados del repertorio neoplasticista.

Un total de 2.048 metros cuadrados se distribuyen así entre las dos plantas de las que consta este pabellón en el bosque, que reserva el nivel inferior para las actividades más públicas —como el salón de actos, la recepción o la zona de asesoramiento—y desplaza a la planta superior las salas de proyección y gran parte de los despachos. En un gesto de acogida, la cubierta se prolonga frente a la entrada en un amplio voladizo sobre el aparcamiento de bicicletas. También en este espacio de transición entre el interior y el exterior el plano superior cede paso a la naturaleza con una perforación rectangular que permite el paso de las acacias. A pesar de que no fue posible conservar el arbolado existente, el edificio trata de restituir el pedazo de bosque que ocupa, con una cubierta ajardinada de la que surgen los troncos de los árboles de nueva plantación...[+]