Más allá de las sorpresas que los canales siempre deparan, Amsterdam esconde en sus patios de manzana edificios como secretos. La escuela al aire libre de Duiker en Amsterdam Zuid es uno de ellos, y ahora la casa estudio para unos diseñadores gráficos se une a esta tradición con un prisma naranja situado en el corazón de una manzana donde conviven construcciones industriales y domésticas. El volumen propuesto es simple y responde estrictamente a los retranqueos y alturas exigidos por la normativa con un planta rectangular y siete metros de altura. Con la misma inmediatez se ha elegido el acabado de su cerramiento: una capa continua de espuma de poliuretano que aísla e impermeabiliza sin juntas la construcción, teñida de un intenso tono naranja que constituye el color corporativo del estudio de diseño gráfico.

Como en los antiguos talleres artesanos, la vivienda se sitúa sobre el lugar de trabajo, un espacio diáfano que ocupa toda la planta baja. Una escalera de un solo tramo conduce hasta el piso superior, donde los baños, los armarios y demás instalaciones se han agrupado en un contenedor central pintado de azul pálido. El salón, la cocina y los dormitorios se distribuyen así en torno a este núcleo central, dentro de un espacio fluido continuo en el que las estancias se definen mediante cambios de nivel en el plano del suelo. Al ámbito común del salón se le asigna así la mayor altura de techo, mientras los dormitorios adquieren una escala de menores dimensiones. Esta secuencia espacial culmina en el testero oeste con una terraza de la que emergen las cúpulas de policarbonato que iluminan el estudio. Desde esta terraza —tratada como un interior de paredes blancas— se accede mediante una escalera de mano a la azotea de la cubierta: un plano del que sobresalen una piscina de niños y una mesa de ping-pong como esculturas recubiertas de espuma de poliuretano, al igual que el resto de las superficies exteriores.

Para compensar el alto precio pagado por el suelo, en la construcción se favoreció el uso de elementos normalizados como son las losas prefabricadas de hormigón armado para el forjado, piezas cerámicas de gran formato para los muros de cerramiento y ventanas del mismo tamaño para todos los huecos. El caparazón impermeable de aislante térmico teñido que recubre todos los paramentos permitió además renunciar a piezas de alfeizar, albardillas y otros remates necesarios en las obras tradicionales de fábrica, limitando con estas medidas el coste del edificio a un millón y medio de florines holandeses, aproximadamente 50.000 euros...[+]