Estamos ante un caso paradigmático de la situación actual de la arquitectura, y de los cambios que se están produciendo en el propio trabajo del arquitecto. El proyecto de la casa se basa en la repetición de un módulo —correspondiente al tamaño de un dormitorio simple—, que determina tanto la estructura como la distribución de los espacios o el ritmo compositivo de todos los huecos. Este parco contenedor admite fácilmente el programa, que se sitúa de manera convencional sin apenas introducir ninguna variación, y preside también el exterior. Hacia la calle, y en las fachadas laterales, una lámina de cristal serigrafiado, colocada a manera de hoja exterior ventilada, reviste todo el volumen, escondiendo el tamaño y posición de los huecos. Sólo un pequeño porche, en el acceso, y la puerta del garaje, interrumpen la continuidad del forro y facilitan e indican por dónde entrar. Durante el día, el plano de cristal refleja como un espejo lo que está fuera; durante la noche, la luz interior revela el mundo de la casa.

Esta caja, muda y fría hacia la calle, se abre en cambio al jardín. Allí, unos grandes ventanales que siguen también el modulo estructural permiten una conexión fluida entre interior y exterior. Una urna de cristal de exquisita pureza —¿quién se atrevería a ponerle cortinas? — actúa como terraza de invierno y a su vez como emblema de esta voluntad de oposiciones. El resto de la fachada está cubierta de unas livianas láminas de madera, dispuestas como fachada ventilada, que completan la cara más amable de la vivienda. Amabilidad que se recupera hacia el interior, revestido de madera de abedul.

La refinada construcción, la estricta modulación y cierta apariencia de nuevo minimalismo completan la imagen de este pequeño edificio que, sin lugar a dudas, tiene algo de manifiesto: de la voluntad de construir el discurso completo de la vivienda con el menor número de decisiones; y de la reivindicada independencia del lugar. Por su parte, el desarrollo del encargo muestra, una vez más, los acelerados cambios que están teniendo lugar en el entorno profesional del arquitecto. El cliente, propietario de una firma especializada en vidrio aplicado a la construcción, tenía desde el principio una idea muy concreta de lo que quería, con el programa y las dimensiones de cada espacio. Después de los primeros croquis, y para ahorrar dinero del proyecto, todos los planos se dibujaron en formato A-3 y se enviaron a través de fax. ¡Todas las comunicaciones, excepto una única visita al solar, se realizaron por ese método! Hoy, sólo dos años después, el fax se ha quedado prácticamente obsoleto...[+]