La estructura urbana de Beekbergen —la localidad neerlandesa donde se ubica este edificio— está formada principalmente por grandes casas unifamiliares que no están al alcance de los jóvenes y que no resultan apropiadas para personas con mobilidad reducida. Con su propuesta densa, pero integrada física y visualmente en su contexto, el proyecto Ginkgo plantea una alternativa a tal modelo urbano. Lo consigue gracias a su tipo compacto formado por la composición de varios anillos concéntricos: uno interior que contiene los núcleos de comunicaciones; un segundo que concentra las zonas de servicio de los apartamentos (aseos, cocinas, almacenamiento e instalaciones) y permite liberar el espacio correspondiente al tercer anillo, el de las zonas de estar y las habitaciones; finalmente, una franja donde se ubican las generosas terrazas que relacionan las viviendas con el exterior.

El modo en que se produce esta relación da pie a las dos ‘pieles’ de las que consta el edificio: por un lado, una envolvente ‘verde’, translúcida, abierta a un cercano parque y construida con vidrios ornamentados con el motivo de una hoja de Ginkgo biloba, el árbol que da nombre al proyecto; por el otro, una piel ‘urbana’, más hermética y discreta, formada por la austera composición de ventanas y balcones que, ordenadas con un discreto ritmo, se recortan sobre un paramento de ladrillo oscuro.