Para responder a la demanda de alojamiento estudiantil, la Universidad Técnica de Delft encargó al equipo de arquitectos un proyecto de 186 habitaciones que pudiera ser construido rápidamente, de manera que entre los primeros croquis y la obtención de la licencia de ocupación no transcurriera más de un año. La respuesta a tal reto fueron tres pequeñas torres industrializadas, de seis plantas de altura.

El planteamiento de proyecto es completamente modular. Las unidades habitacionales son también unidades constructivas que se montan en taller y se transportan a obra con sus acabados terminados y sus instalaciones preparadas para la conexión a la red general. Estos módulos se instalan, mediante grúas de gran porte, sobre una estructura de acero que forma una especie de parrilla de apoyo rigidizada con tres núcleos de hormigón armado —uno por cada torre—, que es donde se emplazan las escaleras y los ascensores comunitarios.

La industrialización también define la envolvente del edificio, que es diferente en cada orientación. Mientras que la fachada que da a la calle se resuelve con paneles preaparejados de fábrica de ladrillo oscuro, la que mira a la pradera colindante está construida con paneles composite que sostienen una subestructura ‘verde’ de tubos de acero que, con el tiempo, será colonizada por un pequeño ecosistema vertical de plantas trepadoras.