Al norte de Londres, en la pintoresca zona de Highgate todavía perduran los frondosos jardines y las elegantes construcciones eduardianas; frente a su materialidad y ornamentación esta casa-estudio utiliza una paleta de acabados en madera de alerce y pino, que huye de la imagen habitual de los hogares londinenses. Para adaptarse a las reducidas dimensiones disponibles —el solar comprende un antiguo garaje y el jardín trasero de la vivienda contigua— y a los retranqueos exigidos por las ordenanzas locales, el proyecto se organiza en distintos volúmenes ortogonales unidos por un largo corredor, que atraviesa desde la entrada principal hasta el patio posterior. Otro condicionante fue la dificultad de acceso al lugar, que influyeron tanto en la selección de los materiales, limitados en proporciones y peso para que pudiesen ser transportados por medios manuales, como en las técnicas constructivas, sin grandes maquinarias. De este modo, la edificación se distribuye a lo largo de un eje con casi veinte metros de longitud y cuatro niveles, escalonados para adaptarse a la pendiente original del terreno; y adapta su morfología al ancho del garaje original, de solo cinco metros. Además, la propuesta busca integrar el jardín y la terraza utilizando en ellas la misma gama de materiales.