Situada en el londinense barrio del East End, la casa surge de la necesidad de una pareja de artistas de convertir la antigua fábrica de cinturones que usaban como estudio en un contenedor que a la vez fuera residencia familiar y lugar de trabajo. La vivienda se concibe como una caja de luz a gran escala, que remata la hilera residencial con un volumen de la misma altura que las construcciones cercanas. Sin embargo, el edificio destaca por su abstracto frente sin ventanas formado por tableros contrachapados de color oscuro que reproducen el ritmo y formato de las viviendas vecinas. Este deliberado hermetismo prolifera en el resto de fachadas, y para no romper la aparente inaccesibilidad desde el exterior, la entrada se desarrolla por un pequeño callejón en el lateral de la parcela. El ocultismo continúa también en el interior, así el espacio en planta baja —pensado para convivir y trabajar— carece de vistas hacia el vecindario y solo se ilumina a través de los dos grandes vacíos a doble altura. De este modo, la única vista de los alrededores se produce desde la escalera con el amplio muro cortina. La caja del nivel superior se suspende entre los dos vacíos para albergar los dormitorios y, con la excepción de una ventana de vidrio tintado, recibe la luz únicamente a través del conjunto de lucernarios de la cubierta....  [+][+]