Las decisiones tomadas en el proyecto no son más que la reacción a un accidente. Esta es una casa para una pareja de artistas; él trabaja con papel, grabados y ediciones digitales; ella con cerámica esmaltada. Juntos vivían en una antigua casona destruida por el terremoto que en 2010 sufrió la región central de Chile. Al parecer, resistencia no es sólo la oposición a una fuerza sino también la tolerancia, la paciencia de sostener una voluntad. Para que las cosas aguanten el peso del tiempo, deben someterse a un sufrimiento. Luego queda decidir cuánta de esa tensión se hace visible. La casa es una estructura vertical con una pequeña huella de proporción 1:2. Un zócalo casi ciego de hormigón sellado con asfalto salva el empotramiento en el terreno natural. En él apoyan seis pilares de acero de 250 x 250 x 8mm. Esta estructura de marcos rígidos permite perfilar seis habitaciones iguales. En el centro de gravedad de la planta las vigas transversales se duplican para abrir un vacío de circulación vertical, donde los nudos a 45° son a la vez escuadras de arriostramiento y escalones de doble llegada. El tratamiento ignífugo y esmaltado brillante de las piezas de acero las carga con un grano tosco. Demasiado gruesa para ser de acero, demasiado fina para ser hormigón, la estructura negra tiene algo incómodo en relación al tamaño del volumen que soporta.