En la pampa argentina se levanta la Capilla de San Bernardo sobre un pequeño monte con árboles originariamente ocupado por una casa cuyos ladrillos centenarios se han reutilizado en la nueva construcción. El lugar no cuenta con energía eléctrica, ni agua corriente, ni ningún servicio, por lo que la naturaleza impone sus condiciones.

Al exterior, el edificio adopta la forma de un prisma macizo, pero la capilla se abre para captar la luz de Poniente a través de un hueco termal por delante del cual se levanta una cruz de maderos. El resultado es que, diariamente, las sombras de los maderos se proyectan sobre la bóveda de la capilla, recorriendo un camino, como si se tratase de un vía crucis solar.

La construcción de la bóveda de media naranja del interior sagrado se inspira en la de los hornos de carbón tradicionales, y permite un rápido replanteo y puesta en obra. Procedentes de construcciones anteriores o bien fabricados con dimensiones especiales (5 x 10 x 20 centímetros), los ladrillos de la bóveda se alinean con el centro de la esfera interior de 6 metros de diámetro, de manera que todas las piezas trabajan a compresión. El empleo de un ‘compás’ tradicional permite el replanteo de la bóveda, y, así, cada hilada tiene la inclinación adecuada para que los tizones de los ladrillos queden perfectamente enrasados por su parte vista...[+]