Rodeada de sus propios viñedos, en un entorno pardo y llano en el que esconder un edificio de 12.000 metros cuadrados es imposible, la bodega se encuentra semienterrada por motivos distintos al del simple camuflaje: mejor aislamiento, mayor ahorro energético, accesibilidad, posibilidad de descargar por gravedad la vendimia (a la romana), óptima inserción topográfica y menor impacto ambiental. La leve inclinación del cerro se aprovecha y la pieza más representativa del programa se eleva en continuidad con el terreno, mientras que las grandes salas de elaboración, crianza y almacenamiento quedan prácticamente ocultas. En el cuerpo de recepción de visitantes se sitúan el restaurante, un pequeño hotel con spa, así como los usos administrativos, las salas de conferencias y el museo enológico. El resto del programa se organiza alrededor de un patio alargado de maniobras, que acorta las circulaciones y minimiza el tendido de las instalaciones. A continuación del edificio representativo se encuentra la sala de barricas, vecina de la sala de elaboración, donde se encuentran los grandes tanques de fermentación del vino. Esta sala está directamente relacionada con el área de enología (laboratorio, sala de catas y enoteca) y con la zona de acceso de la vendimia. Al otro lado del patio se sitúan las salas donde se embotellan y almacenan las 400.000 unidades que la bodega produce anualmente. Junto al talud artificial que independiza el cuerpo de visitantes se abre el patio de carga, al que da un pequeño edificio de control y depuración que cierra en conjunto. La necesidad de una rápida puesta en funcionamiento dictó la estructura a base de piezas prefabricadas de hormigón. En continuidad con el viñedo circundante, las viñas trepan por la bodega ocupando la cubierta y actuando como aislamiento natural. Al exterior, el material que predomina son los paneles prefabricados acabados en cobre natural, cambiante y vibrátil, que evejecerá con el vino, adquiriendo esa pátina que sólo proporciona el paso del tiempo... [+]