En continuidad con la primera rehabilitación y adecuación como espacio educativo y cultural del conjunto llevada a cabo por el estudio en 1984, la intervención sobre la sede madrileña de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón (FOM) buscaba responder a nuevas funciones, destinando más espacio para archivos, una nueva sala de usos mixtos y tres salas de exposición.

El actual proyecto incluye la rehabilitación de los dos edificios existentes y la construcción de un tercer volumen para albergar los nuevos usos, de manera que el conjunto conforma una suerte de ‘minicampus’ de tres piezas sobre un jardín. Los dos edificios rehabilitados son un palacete construido en 1857, que fue sede de la Fundación del Instituto Internacional de Boston y albergó posteriormente la Residencia de Señoritas; y un edificio anexo para dormitorios que levantó Carlos Arniches en 1932, y que se convertiría en referente de la arquitectura moderna española. En 1978 el Gobierno cedió el conjunto a la entonces recién creada fundación, y lo declaró Bien de Interés Cultural.

El palacete está formado por tres naves; la central alberga el acceso, la escalera y los servicios, generando un eje central que en fachada principal se enfatiza con la construcción de un volumen de vidrio bajo el cual se implanta la entrada a través de una escalinata que salva la altura del zócalo. La rehabilitación da lugar a nuevas compartimentaciones de las naves laterales sin modificar los huecos de fachada, creándose encuentros a media ventana diseñados con carpintería de acero a modo de tímpanos de vidrio y madera. Para dar respuesta al crecimiento del archivo, se amplía el semisótano, generando una zona de jardín sobreelevado a la cota de coronación del zócalo original.

El edificio de Arniches responde a la tipología de hotel, con un pasillo que enhebra las puertas de las habitaciones y situados en quiebro los aseos comunes, creando hacia la calle General Martínez Campos un gran ventanal y terrazas voladas que generan la imagen más icónica del conjunto, y que ha sido referencia clave en el diseño de la nueva fachada.

Para la ampliación se ha optado por una actuación silenciosa: un paralelepípedo semienterrado que dialoga con el edificio de Arniches, utilizando su mismo lenguaje y sus mismos materiales. Este nuevo volumen se sitúa adosado al muro de la calle Miguel Ángel, sin sobrepasar su coronación, de forma que la percepción del conjunto desde la calle se mantiene inalterada. Una sola fachada se asoma al jardín a través de un ventanal corrido protegido por lamas de madera móviles para adecuar la luz a las diversas actividades...