Ubicado en el casco histórico de Cáceres, frente a la plaza de San Mateo y la iglesia homónima, el Hotel Relais-Châteaux y restaurante Atrio aúna el máximo respeto hacia el contexto urbano y las preexistencias con una actitud plenamente contemporánea, de modo muy similar a la delicada convivencia entre sabores tradicionales extremeños e innovación culinaria presente en el trabajo de restauración de los clientes.

El conjunto integra dos construcciones de diferente carácter: una pieza alargada que discurre paralela a la calle de los Condes, y que anteriormente albergaba oficinas de la Junta de Extremadura; y un pequeño caserón de estilo historicista, que data de los 1980, situado en la propia plaza de San Mateo. Se han conservado las alturas y volúmenes de ambos edificios, y se han restaurado las fachadas exteriores de mampostería, sobre las que se han practicado nuevas aberturas sensibles a la escala y proporciones de las ya existentes, que se han cegado con los mismos materiales que componen el resto del cerramiento. El proyecto, de este modo, muestra apenas su adaptación a los nuevos usos, patente de forma mucho más elocuente en los alzados orientados hacia el patio central abierto, donde el hormigón blanco, el vidrio y la madera de roble reemplazan a la mezcla heterogénea de piedras locales del mampuesto original.

La distribución interior se adapta con precisión al perímetro de las construcciones ya existentes. Así, en la planta baja se sitúan la recepción del hotel, el bar y el restaurante, entre los que se ubica un pequeño patio cuadrado que organiza la circulación interna. El techo del restaurante cuenta con un artesonado de madera de roble que cumple funciones acústicas, oculta a la vista la mayor parte de las instalaciones, y permite la presencia de discretos carriles de iluminación que recrean diferentes ambientes para el confort de los comensales, quienes además disfrutan de vistas hacia el patio central. Este espacio abierto constituye el corazón de la propuesta y el foco al que se abren tanto el restaurante como los corredores de las dos plantas de habitaciones situadas sobre él, cuyas fachadas se construyen mediante una secuencia rítmica de pilares de hormigón blanco puntualmente interrumpida por grandes ventanales. La segunda y última planta cuenta con una terraza —desde la que se puede disfrutar de vistas lejanas del casco histórico de Cáceres—, un solarium y dos pequeñas albercas. Entre la terraza y el solarium una pérgola, también de hormigón, protege al patio interior cuadrado y a parte de la terraza del exceso de soleamiento.