Situado en Somosaguas, una zona residencial del municipio madrileño de Pozuelo de Alarcón —unos 10 kilómetros al noroeste de la capital—, el proyecto nace con el objetivo de crear una especie de hábitat, un nuevo vecindario con las casas dispuestas de manera holgada en torno a una red de espacios públicos calles, plazas, parques, una piscina... donde el paisaje urbano comunitario ocupa tanta superficie como las propias viviendas.

El conjunto consta de 21 unidades en total, de entre uno y cinco dormitorios, distribuidas en cinco plataformas que vencen un desnivel de 3,5 metros. Siguiendo un módulo de construcción de 1,25 metros, inicialmente se diseñaron cuatro unidades de distintos tamaños, que dan lugar a las 21 configuraciones diferentes. De esta manera, cada vivienda es única. El aparcamiento está localizado en la planta sótano, quedando así libre la planta baja para el uso peatonal y evitando la entrada y salida de vehículos; desde cada vivienda los residentes pueden acceder directamente a su plaza.

El proyecto se construye con materiales simples, industrializados y monocromáticos, lo que confiere una imagen unitaria y homogénea al conjunto. Los paneles minionda y el ladrillo pintado de blanco de las fachadas contrastan con la madera utilizada en las vallas que delimitan los recorridos en los espacios comunes. Por su parte, el proyecto paisajístico, con una vegetación abundante y variada, contribuye a suavizar la rigidez ortogonal de los volúmenes. La disposición no lineal de las diferentes piezas dentro del conjunto hace que su configuración semeje la trama urbana de un pequeño ‘pueblo’, con su tejido de calles, plazas y edificios. Dentro del complejo, la noción de ‘propiedad’ queda diluida: las casas están edificadas sobre un jardín de uso común, y cada una de ellas dispone de patio privado. Se genera así una sutil transición entre lo público y lo privado. La plaza principal, situada en el centro del conjunto, constituye un agradable lugar para el encuentro y reunión de los vecinos, en torno a la piscina comunitaria.

La relación entre el complejo residencial y la ciudad es permeable. No existen muros exteriores, y son las propias viviendas las que crean la división —no lineal— con la calle, generando aberturas y espacios generosos para jardines y zonas comunes. Concebido con el objetivo prioritario de potenciar la vida comunitaria dentro de la ciudad, Caledonian Somosaguas está planteado como un metaproyecto: su modelo de ocupación permeable podría ser implementado, como un prototipo, en cualquier parcela urbana y en cualquier ciudad del mundo.