Desde lo alto de un acantilado de 46 metros de altura, la Casa Vista pretende enmarcar el paisaje como una cámara con gran angular. Sus proporciones horizontales están definidas por la extrusión de la sección elemental de una cabaña, que genera una estructura de 60 metros de largo, con dos volúmenes cerrados en sus extremos, que contienen respectivamente la suite principal y la cocina.

La audacia de la estructura metálica que habilita un vacío de 45 metros se equilibra con la organicidad táctil de los materiales que la envuelven: listones de eucalipto y finas ramas de árbol de biriba —utilizadas tradicionalmente en el noreste de Brasil—, que ‘crecen’ sobre la fachada como si fueran raíces petrificadas; la cubierta, a su vez, se construye con madera reciclada y tejas fabricadas a mano.

Bajo la cubierta a dos aguas, de 60 metros de largo y 15 de ancho, una amplia terraza conecta los jardines a ambos lados, rodeando una caja blanca que, como una ‘casa dentro de la casa, alberga tres dormitorios, un pequeño estudio, un baño y una sala de estar envueltos en paneles de madera y cemento. Independiente de la estructura principal, este volumen puede abrirse completamente, ya que los paneles perforados funcionan como biombos, diluyendo los límites entre interior y exterior.