El proyecto Life Reusing Posidonia nace con el objetivo de ofrecer datos contrastados a las administraciones con competencias para regular el impacto ambiental en el sector de la edificación. Para ello se ha construido un edificio piloto con 14 viviendas de protección pública en Sant Ferrán (Formentera), en el que se ensayan fórmulas para reducir la huella ecológica, monitorizando su funcionamiento, con los siguientes resultados: -63% de emisiones de CO2 durante la construcción (412 kg CO2/m² frente a los 1.128 de un edificio equivalente construido de forma convencional; -75% de energía útil durante la vida útil del edificio (consumo máximo 15 kwh/m²/año); -60% de consumo de agua (88 l/persona y día); y -50% de producción de residuos (35,18 t).

Todas las viviendas disponen de dos dormitorios y salón-cocina-comedor con doble orientación; disfrutan asimismo de ventilación cruzada hacia los vientos dominantes —brisa marina N y E—, y de grandes cristaleras y lucernarios a sur para calentar en invierno, accesibles y dotados de protecciones solares. En invierno las viviendas mantienen una temperatura media de 21-22º sin encender la calefacción.

La arquitectura tradicional es la referencia constante del proyecto, no tanto en lo formal, sino en cuanto a la manera de trabajar. Así, el proceso comienza con la búsqueda de elementos en la isla que puedan ser utilizados. Las sabinas, con las que antiguamente se construían los forjados, están protegidas y las canteras de marés, agotadas. Solo queda utilizar lo que llega por mar: posidonia y barcos (y los palés de obra, que permanecen en la isla por el elevado coste de embarcarlos). Se propone por tanto un cambio de concepto: «En lugar de invertir en una industria química situada a 1.500 km, dedicaremos el mismo presupuesto a una mano de obra local poco cualificada, que tiene que extender la posidonia al sol para secarla, y compactar en los palés, consiguiendo 15 cm de aislamiento en cubierta. La sal del mar actuará como biocida natural, y el producto será completamente ecológico porque carece de proceso industrial.»

Se reutilizan materiales locales, como los palés o las carpinterías —que proceden de la Fundación Deixalles—; la estructura es de muros de carga con zapatas de cal en masa sin armar, la misma técnica que empleaban los romanos.

El proyecto vincula patrimonio, arquitectura y cambio climático, mostrando cómo los sistemas constructivos ambiental, social y económicamente más adecuados se encuentran muy cerca y están en peligro de extinción: las industrias locales artesanas de producción ecológica con materia prima de km 0, un patrimonio etnológico que necesita protección.

La organización de los espacios y las decisiones formales nacen como resultado del conocimiento de las ventajas y las limitaciones de estos materiales, que por ser naturales son más frágiles. Esta fragilidad, sin embargo, se convierte en oportunidad de diseño.


Cliente Client

Instituto Balear de la Vivienda (IBAVI)

Arquitectos Architects

Carles Oliver, Antonio Martín, Joaquín Moyá, Alfonso Reina

Consultores Consultants

Miguel Nevado (estructura structure); Alberto Rubido, Joaquín Torrebella (control económico obra construction management); José Luis Velilla Lon (aparejador quantity surveyor); Miquel Ramón Oliver, Esteve Font (EEI) (ingeniería engineering); Joan Muñoz, Tomeu Alorda, Cristian Carmona (UIB) (ensayos de posidonia y monitorización edificio posidonia tests and building monitoring); Societat Orgànica +10 SCCL (consultoría ambiental environmental consulting); Carles Oliver, Joana Reus, Alberto Rubido, Mª Antonia Simó (cálculo CO2 CO2 calculation)

Superficie construida Floor area

1.088,99 m²

Presupuesto Budget

1.420.000 €

Fotos Photos

José Hevia