Situada en el distrito financiero del Bajo Manhattan, cerca de los populares barrios de Tribeca y South Street Seaport, la torre de usos mixtos, con una altura de 204 metros, se ha convertido en un hito más dentro del icónico skyline de la metrópoli. El edificio se ha concebido como una ciudad dispuesta en vertical, al complementar las viviendas con zonas comerciales o de ocio —desde un gimnasio hasta cines— y con un nuevo parque público, que hace de espacio de transición desde el bullicio urbano a las residencias. Con este amplio programa el proyecto se suma a los estudios sobre la densidad de la ciudad y busca redefinir la vida en los vecindarios verticales.

Uno de los rasgos distintivos del rascacielos es su característica envolvente construida en hormigón moldeado a mano, que le permite diferenciarse de la arraigada idea de torres de muros cortina y evocar la mampostería de las fachadas históricas del barrio. A su vez, para evocar a las desaparecidas estructuras industriales de la zona, sus aberturas se conforman por rítmicas ventanas en forma de arco que, gracias a su gran formato, introducen la luz en las viviendas, permiten unas vistas panorámicas sobre la isla y generan unas amplias logias exteriores en los niveles más altos.