Los artistas Lorna Simpson y Jim Casebere comparten este edificio de cuatro plantas en el neoyorquino distrito de Brooklyn. A pesar de la críptica imagen que le infiere el revestimiento de paneles de polipropileno negro, una de las estrategias del proyecto es el diálogo con las construcciones de su entorno. De este modo, su cuerpo superior se inclina en respuesta a la iglesia y casa consistorial cercana. Otro de los aspectos que definen la propuesta es el patio de luz detrás de la fachada principal, que aísla los espacios de creación frente al mundo exterior.

En el interior cada artista dispone de su propio estudio y oficina, adecuados a las necesidades de sus respectivas prácticas. El taller inferior replica el esquema tradicional de los atelier a doble altura, para adaptarse en escala y proporción a las obras de gran formato del artista. Por el contrario, el ático se ajusta a los requerimientos específicos del cine y la fotografía. Estas diferencias se trasladan también a la iluminación: mientras que el estudio en planta baja se abre a las vistas del patio, el superior dispone de una galería, que como en una vista cinematográfica, dirige la mirada en un ángulo oblicuo hacia el suelo. Además, el estudio cinematográfico destaca por los siete tragaluces distribuidos de este a oeste a lo largo de su distintiva forma de pirámide truncada...[+]