Hacia finales del siglo XIX, el mundo de la arquitectura asistió a un desfile en el que prácticamente todos los estilos conocidos se sucedieron a una velocidad cada vez más rápida. Fue un festival de eclecticismo arquitectónico en el cual se vertieron elementos de todas las épocas en capas y collages pintorescos. Solamente cuando esta orgía de historicismo desbocado hubo alcanzado su cénit, comenzó a emerger un contramovimiento. Aislado al principio, se fue alejando radicalmente de la predominante mezcolanza estilística, propagando la simplicidad como ideal económico, ético y estético, y anunciando la aparición del Movimiento Moderno, cuyo triunfo social y artístico habría de culminar en la Neue Sachlichkeit de los años veinte.
Hoy en día, cuando nos acercamos no solo a un cambio de siglo, sino también de milenio, parece estar ocurriendo algo muy similar. De nuevo encontramos un batiburrillo de estilos y modas diferentes que pugnan por atraer la atención. Una vez más nos encontramos cerca de un punto donde no queda más remedio que desprenderse del lastre acumulado a lo largo de cien años. Y también ahora la simplicidad parece ofrecer una solución, aunque se trate de una simplicidad bastante diferente de la que prevaleció a principios del presente siglo…[+]