«Un profesional puro, no un dialéctico ajeno a la práctica de la arquitectura». Las palabras que Alvar Aalto dedicó a Erik Gunnar Asplund tras su fallecimiento hubieran sido sin duda idóneas para describir al propio Aalto y a Jørn Utzon, a quienes habitualmente se atribuye escasa propensión literaria. Tal particularidad es, sin embargo, objetable; y así queda patente en la publicación de estos dos libros de conversaciones y escritos.
Ambos arquitectos evidencian aún más rasgos compartidos: cierta distancia frente a la retórica crítica, una preocupación por el habitar y la técnica (con visiones similares respecto a la producción en serie y la estandarización ‘adaptable’), el entendimiento del hombre como unidad de medida de la arquitectura, y una relación con la contemporaneidad ciertamente relajada, si bien desde extremos contrapuestos: el desapego de Aalto por sus coetáneos contrastaba con el respeto de Utzon por esa generación pionera del Movimiento Moderno. Pero estas confluencias y la primacía que en sus respectivas carreras establece lo construido frente a lo especulativo no hacen más que explicitar un marcado contraste: mientras que los escritos de Utzon —compilados por Moisés Puente— pueden entenderse como una herramienta para explicar su arquitectura, en Aalto se trata más bien de unas escuetas reflexiones retrospectivas no siempre ligadas a su praxis. Ese supuesto laconismo de Alvar Aalto fue —como bien precisa Juhani Pallasmaa, editor de la publicación y autor del escrito final—, ante todo, producto de la construcción de su personaje público; y las oscilaciones que experimentó su pensamiento, detalladas también por Pallasmaa, lejos de suponer una pérdida de credibilidad, subrayaron su preferencia por la síntesis frente al análisis.
En cuanto a su valor documental, Aalto ya disponía de la mayoría de sus textos en distintas traducciones al castellano —su obra más celebrada, ausente aquí, ha conocido hasta tres títulos en nuestro idioma: ‘El huevo y el salmón’, ‘La trucha y el torrente de montaña’ o, increíblemente, ‘Arquitectura y arte concreto’—, que se encuentran incluidos en los volúmenes La Humanización de la Arquitectura (Tusquets, 1978) o el más reciente Alvar Aalto. De palabra y por escrito de Göran Schildt (El Croquis Editorial, 2000). Utzon, menos prolífico, obligaba hasta ahora a un mayor esfuerzo bibliográfico. El estudio de Richard Weston (Bløndal, 2002) contenía en inglés los tres primeros textos de esta recopilación (‘La esencia de la arquitectura’, ‘Plataformas y mesetas: ideas de un arquitecto danés’ y ‘Arquitectura aditiva’), así como la carta dirigida a los estudiantes de la Escuela de Arquitectura de Aarhus. También la conversación fechada en 1983 y ‘El arte entre la ciencia y el instinto’ habían sido previamente publicados (Quaderns 157), mientras que la extensa entrevista que cierra esta compilación era hasta ahora relativamente inédita. De todos, quizá sea el ya citado ‘Plataformas’ (Zodiac 10, 1962) su escrito más significativo: un relato sobre planos y niveles que discurre desde las pirámides de la península del Yucatán hasta la Mezquita de Delhi y los templos orientales. En el momento de su publicación, el proyecto de la Ópera de Sídney comenzaba a materializarse en la construcción de sus cubiertas, por lo que resulta un testimonio particularmente valioso (y emocionante) de un momento en el que las promesas de esta modernidad, que Utzon aprendió de Aalto igual que éste aprendió de Asplund, pertenecían a un futuro aún esperanzador.