Resumir un año en términos de arquitectura implica reconocerla como un campo de especialistas, una cosa segregada de las noticias generales. No vamos a decir que no sea así —tanto no hemos avanzado en doce meses—, pero sí que esa separación, en ciertos aspectos, parece estar afinándose. Mientras en el mundo se dirimen las consecuencias del #MeToo, en arquitectura se han vislumbrado las primeras grietas de ese pacto de silencio que la había preservado, tanto en lo laboral como en lo ético, como un territorio de excepción. Un par de ejemplos: el norteamericano Richard Meier, autor del MACBA, ha tenido que abandonar la firma que lleva su nombre, a raíz de las acusaciones de acoso sexual efectuadas por antiguas empleadas; y la prestigiosa ETH de Zúrich ha abierto una investigación a uno de sus profesores -anónimo, aún- por un asunto similar....