La mayoría de los arquitectos contemporáneos necesitan hacerse un nombre antes de poder conseguir el tipo de encargos en los que demostrar su capacidad. Desde el principio de su carrera, Fermín Vázquez no estuvo muy interesado en seguir este modelo. A la hora de bautizar su estudio, escogió una cifra aparentemente arbitraria aunque en realidad bien orientada: la cifra ‘720’ que, en el Sistema Dewey de Clasificación utilizado en las bibliotecas de todo el mundo, representa los libros de arquitectura. Agregó luego la letra ‘b’ —al principio del alfabeto, pero nótese que no eligió la ‘a’—, tal vez para sugerir el calificativo ‘buena’ o para aludir a Barcelona, su ciudad de adopción, lo que dio como resultado final un nombre que recuerda el de un avión de combate, b720.
Esta decisión sugiere que la tarea del arquitecto individual es siempre parte de un esfuerzo colectivo. Vázquez ratifica esta tendencia a la modestia en su comportamiento personal, ya que, por costumbre, tarda en tomar una decisión casi como un abogado que intentara abordar un asunto desde todos los lados posibles. Esta contención proyecta una atmósfera de seguridad que debe resultar muy tranquilizadora para sus clientes. Su esposa, Ana Bassat, que cofundó b720 hace 23 años, parece todo lo contrario —es rápida y apasionada—, de manera que ambos hacen una excelente pareja de complementarios. Aunque Vázquez es el jefe nominal de la oficina, el trabajo se gestiona de manera colaborativa, con un equipo estable que incluye a Bassat y otros profesionales...[+]