Dudo de que, desde la llegada de la pandemia, sea posible hablar de otra cosa que de la covid-19. La velocidad del contagio y las muchas muertes provocadas por la enfermedad, incluidas las de gran número de médicos y enfermeros en el desempeño de su trabajo, han llevado al hecho insólito de que, en menos de un mes, la mitad de la humanidad viva en cuarentena. ¿Cómo podríamos permanecer callados ante el desempleo masivo, nunca visto desde la década de 1930, y la devastación económica, en especial de la industria turística y las pequeñas empresas? ¿Alguien se atreverá a irse de crucero otra vez? (Espero que no: los cruceros son los agentes más contaminantes del planeta). Y, además, ¿cómo ignorar el sufrimiento de las familias, niños y escuelas que han tenido que conformarse con el distanciamiento social y la comunicación virtual como modo de supervivencia? Lo que nos preguntamos son cosas como: ¿qué cabe esperar? ¿Habrá trabajo? ¿Tendremos dinero? ¿Podremos encontrarnos en la calle? ¿Nos podremos besar otra vez?... [+]