Tres flashes
En su introducción a la monografía que dedica a la obra de Carlos Jiménez la editorial catalana Gustavo Gili (Barcelona, 1991), Aldo Rossi utiliza la primera persona para hablar del arquitecto, y tanto Kurt Forster como Sylvia Lavin, en los ensayos que presentan sus proyectos en el libro mencionado y en el número 251 de la revista japonesa a+u (1991), hacen un empleo generoso de las referencias biográficas para iluminar los trabajos del joven arquitecto costarricense afincado en Houston.
Es posible que su obra corta y exquisita pueda interpretarse desde los azares de su itinerario vital e intelectual, y es seguro que la fascinación de sus edificios proviene tanto de su perfección formal como de la entrañable intensidad de su autor. Cuando lo conocí en Los Ángeles, hace ahora tres años, mi reacción espontánea de simpatía hacia el arquitecto se extendió inmediatamente hacia su obra, unos prismas exactos de colores insólitos que entendí convencionalmente como de un miesianismo rossiano teñido por Luis Barragán. El tiempo me depararía una mayor familiaridad con él y un conocimiento directo de sus obras; ambas circunstancias me harían matizar mi visión inicial...[+]