Desde sus primeras obras hace más de medio siglo, la arquitectura de Norman Foster ha utilizado el conocimiento técnico para prefigurar el futuro y para superar barreras físicas o sociales. Inspirándose tanto en las construcciones históricas como en los avances científicos, sus proyectos reconcilian inteligencia urbana y capacidad transformadora, excelencia estética e innovación tecnológica. Coincidiendo con la presentación pública de la Fundación Norman Foster en Madrid, esta exposición documenta doce proyectos recientes que se hacen dialogar con otras tantas propuestas varias décadas anteriores, para subrayar la continuidad de sus inquietudes y al tiempo poner de manifiesto la variedad de sus intereses.
Formada por dibujos, fotografías, maquetas y vídeos, la exposición sitúa a lo largo de una nave central doce capillas que ponen en diálogo proyectos muy recientes con trabajos realizados varias décadas antes.
De las intervenciones en edificios patrimoniales a los proyectos de habitáculos en la Luna, la obra de Foster recupera la memoria del pasado y anticipa las necesidades del futuro sin dejar de estar sólidamente arraigada en las demandas y urgencias del presente. Sean los nuevos espacios para el trabajo o la cultura, la atención a las personas afectadas por el cáncer o a las poblaciones carentes de infraestructuras, los desarrollos urbanos sostenibles o las rutas elevadas para ciclistas, las propuestas de Foster evidencian el esfuerzo continuado por hacer nuestras ciudades más habitables, y todo ello situado bajo el signo de la sensibilidad social, de la apertura al cambio y de la innovación.
Si el primer proyecto de la Fundación Norman Foster fue el Droneport que se presentó en la Bienal de Arquitectura de Venecia —un pequeño aeropuerto para drones que espera contribuir al desarrollo de África—, es apropiado que su primera exposición tenga lugar en el Espacio Fundación Telefónica, en un edificio que fue un modelo de innovación en su día, y cuya formidable estructura se subraya con el montaje de la muestra. Y es también apropiado que el ámbito central de la misma lo ocupen un conjunto de artefactos voladores, desde el planeador hasta la cápsula espacial, que son a la vez inspiración para estas arquitecturas livianas y emblema de un mundo acelerado en cambio permanente.