Necrológicas  Opinión 

La belleza conservadora

Roger Scruton, 1944-2020

Luis Fernández-Galiano 
29/02/2020


El filósofo conservador británico murió el 12 de enero a los 75 años, víctima del cáncer. Intelectual público y autor prolífico, deja tras de sí más de cincuenta libros sobre temas tan diversos como la caza, el vino, el sexo o la religión. Sus dos temas fundamentales, sin embargo, fueron la estética de las artes y el pensamiento político, a los que dedicó sus primeras obras y las últimas. Como su admirado Edmund Burke, transitó de la estética a la política; lo mismo que él, su conversión al conservadurismo se produjo tras la experiencia del desorden francés, la revolución de 1789 en un caso y la revuelta de 1968 en el otro.

En 1974 publicó la que había sido su tesis doctoral en Cambridge, Art and Imagination, y en 1979 apareció una obra esencial, The Aesthetics of Architecture, que se sigue reeditando todavía hoy, y donde defiende la objetividad de los juicios estéticos —argumentando que no puede separarse la razón práctica kantiana del entendimiento estético, vinculando así la moral y la belleza— y expresa su admiración por la arquitectura clásica que se extiende desde Brunelleschi hasta Maderno. Su pasión por el clasicismo se ampliaría con el tiempo a lo vernáculo y al uso de patrones compositivos en el París de Haussmann o el Londres georgiano, defendiendo la ciudad tradicional frente al sprawl, y elogiando el trabajo de arquitectos como Christopher Alexander o Léon Krier: unas ideas que dieron lugar en 1995 a The Classical Vernacular: Architectural Principles in the Age of Nihilism, y en 2009 a la serie de la BBC Why Beauty Matters.

Aunque también escribió sobre la estética de la música —un terreno donde sus simpatías se repartían entre Wagner y Schoenberg—, fue la protección del paisaje británico el tema cultural que más reclamó su atención, como presidente desde 2018 de la comisión gubernamental ‘Building Better, Building Beautiful’, establecida con el propósito de mejorar el diseño de viviendas y áreas residenciales. La vocación de intervención política estaba ya definida en The Meaning of Conservatism de 1980, sin duda su obra más importante e influyente, donde defendía el conservadurismo tradicionalista frente al neoliberal de Margaret Thatcher, y cuyo argumentado fundamentalismo dificultó su carrera académica.

Durante los años 80 colaboró con la oposición de los países del Este en la organización de actividades universitarias clandestinas, lo que le valió el reconocimiento posterior de los gobiernos de la República Checa, Polonia o Hungría. En The Salisbury Review, la polémica revista que dirigió durante dos décadas, o en libros como Thinkers of the New Left (1985, ampliado en 2015) criticó contundentemente a los pensadores radicales de la postguerra europea, desde Sartre, Foucault o Lukács hasta Adorno, Horkheimer o Habermas, e incluyendo también a norteamericanos liberales como Rorty, Galbraith, Dworkin o Rawls, mientras que no tenía sino humor satírico para la ‘logorrea’ de los Althusser, Lacan, Deleuze, Badiou o Žižek.

En el terreno de la arquitectura elogiaba la composición de Gaudí o los detalles de Mies, y admitía que la modernidad había creado obras maestras como las casas de Wright o Ronchamp; pero también tenía sus bestias negras, y muy especialmente Eisenman, Koolhaas y Libeskind, cuyas pretensiones intelectuales consideraba demolidas por Tom Wolfe. Acaso por eso es significativo que, si The Aesthetics of Architecture se cierra con la fachada de Santa Maria in Campitelli, la obra maestra de Carlo Rainaldi, el libro de Eisenman sobre Palladio se inicia precisamente con esta iglesia, muy posterior al arquitecto vicentino, pero cuyas fracturas compositivas remite el estadounidense a la obra de éste. Imagino que la fascinación de ambos por Rainaldi tiene origen en la lectura de Wittkower, pero parece que la arquitectura crea extraños compañeros de cama. Y si alguna moraleja se desprende de esto, quizá sea la de animar a leer a Roger Scruton, por lejos que creamos hallarnos de su belleza conservadora.


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