Maclas modernas

La efervescencia experimental de Weimar

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2001


Mies dibujando la planta de la casa Esters

En 1925 Hitler publicó Mein Kampf, y el turbio ascenso del nazismo —en pugna a la vez con la derecha conservadora y con los activos partidarios de la revolución bolchevique— es el telón de fondo de las primeras obras modernas de un Mies políticamente acomodaticio, que si en esta época agitada pertenecía a la asociación de Amigos de la Nueva Rusia e impulsaba las exposiciones del grupo llamado «de Noviembre» en homenaje al frustrado levantamiento comunista de 1919, en los años treinta procuraría hacer compatibles sus ideas estéticas con el nacional socialismo. Durante aquellos años crispados en que organizaciones políticas de signo distinto desfilaban por las ciudades alemanas con idénticos correajes y atuendo paramilitar, el sosegado y hábil Mies consiguió ser a la vez el arquitecto residencial de magnates de gustos artísticos y un influyente líder de la nueva arquitectura, que se materializaría preferentemente a través de barrios de vivienda social. Lo mismo en las mansiones de millonarios que en los bloques para obreros, Mies procuró aplicar los descubrimientos formales de los proyectos teóricos, pero con tan minuciosa atención a los emplazamientos específicos y a las peculiaridades de cada programa que los principios generales se ocultan tras la singularidad de las obras. Sólo las realizaciones puramente expositivas conseguirán expresar con exactitud diagramática los fundamentos de su nuevo lenguaje; sin embargo, es quizá en el diálogo y compromiso de las ideas esenciales de Mies con las circunstancias mudables de cada caso donde su arquitectura adquiere una complejidad más densa y estratificada... [+]


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