Luz, más luz
Los templos tardíos de la técnica
Los últimos compases de la carrera de Mies tendrían sus momentos más hermosos en los proyectos de espacios únicos, aquellos que la crítica agrupa en el tipo clear-span y que según algunos de sus colaboradores eran también los preferidos por el arquitecto. Imaginados en los collages conceptuales de principios de los años cuarenta, los edificios de grandes luces se bosquejan como ideogramas en las casas, que sirven como semilla de los proyectos públicos posteriores. Así, puede hablarse de una genealogía de espacios extrusionados, unidireccionales o góticos, que iniciándose en la casa Farnsworth da lugar al restaurante Cantor y al teatro de Mannheim, culminándose en el Crown Hall; y una genealogía de espacios de planta central, bidireccionales o clásicos, que arrancando de la casa de 50 x 50 cambia vertiginosamente de escala hasta el titánico Convention Hall, y tras el interludio extrusionado ¡y curvo! del Cullinan Hall se remata con las tres aproximaciones sucesivas de las oficinas de Bacardí en Cuba, el museo Schaefer y la Neue Nationalgalerie en Berlín: de los cinco últimos nos ocuparemos en este capítulo, comenzando por el mayor de todos ellos, el Convention Hall. Diseñado al mismo tiempo que el Crown Hall, es de nuevo una sala única, pero de 50.000 metros cuadrados de superficie en lugar de 2.500, cubiertos por una gigantesca estructura de cerchas de 9 metros de canto que se apoya en 24 pilares situados en el perímetro de su planta cuadrada: un proyecto grandioso de exquisita lógica geométrica (admirablemente representado en el collage de Edward Duckett, el arquitecto que desde 1944 realizaba las maquetas y los más comprometidos dibujos del estudio), y al mismo tiempo perverso en la persecución implacable de una heroica coherencia en contradicción con las menos exigentes demandas del programa, que el antiguo colaborador de Mies Gene Summers materializaría años después con luces cinco veces inferiores a los 220 metros propuestos por él... [+]