El rascacielos urbano

Prismas impasibles y obras imposibles

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2001


Con Johnson y el Seagram, 1955

Es probable que Mies hubiera querido cerrar su trayecto creativo con los edificios de grandes luces, sus construcciones más cívicas, en las que la comunidad se reúne y se reconoce a la vez; sin embargo, su herencia más ecuménica serían los rascacielos, un tipo arquitectónico inevitablemente asociado a la tecnocracia y al poder económico de las grandes empresas, que al proliferar siguiendo sus modelos situarían a Mies en el corazón de la arquitectura corporativa. Si con el low-rise había elaborado el nuevo lenguaje de la técnica, y con el clear-span había puesto las bases a la monumentalidad contemporánea, con el high-rise acertó a cristalizar un tipo de popularidad unánime que entró en resonancia con la prosperidad de los años sesenta, y cuya reiteración epigonal le dio tanta influencia como ambigua notoriedad. Su rascacielos de volumetría inflexiblemente prismática y fachada obsesivamente modular se gestó en los proyectos residenciales de Greenwald en Chicago, el dibujo de Promontory y la obra de 860-880 Lake Shore Drive; pero alcanzaría su cima de perfección y visibilidad en una sede administrativa en Nueva York, el edificio Seagram, un refinado coloso de 38 plantas de rigurosa geometría y lacónico clasicismo intemporal, que eleva la sobria ostentación de sus perfiles de bronce frente al axial palazzo neoflorentino de McKim, Mead and White situado al otro lado de Park Avenue. La obra, en la que colaboró con su leal admirador Philip Johnson, residente en Nueva York —pese a lo cual Mies pasó largas temporadas en un hotel de la ciudad supervisando el proyecto —y en la que también intervino Phyllis Lambert, la hija del presidente de la compañía canadiense promotora, Samuel Bronfman, es desde luego una construcción de insuperable elegancia y enigmática belleza, que se impone sin esfuerzo a los edificios inmediatos, incluyendo la Lever House donde Gordon Bunshaft de SOM aplicó por primera vez las ideas de Mies a las oficinas; pero es además un exquisito ejercicio de diseño urbano, que crea en Manhattan, sobre un sutil podio de granito rosa y mármol de Tinos, una plaza cívica admirablemente articulada con los volúmenes posteriores del conjunto... [+]


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