Arte y cultura  Exposición 

Louise Bourgeois en el Guggenheim de Bilbao

Inquietante intimidad

Francisco Javier San Martín 
30/09/2016


Maman (1999)

Louise Bourgeois fue una artista retrospectiva. El reconocimiento de sus iguales en el mundo del arte le llegó cuando tenía ya setenta años y, al fin, la popularidad entre el gran público cuando contaba noventa. Eso sí, como forma de justicia poética, el reconocimiento fue unánime y rotundo: se descubrió entonces a una creadora radicalmente independiente que desde la sombra había anunciado buena parte de las propuestas y prácticas para la indagación feminista del arte a través de una depurada experiencia personal. Su influencia sobre varias generaciones de artistas se hizo decisiva y quedó inmediatamente incorporada al canon moderno. El protagonismo que ha adquirido en la reciente reorganización de la exposición de la Tate Modern es un buen ejemplo. Sin embargo, en sus exposiciones de los últimos treinta años, el público no acudía a contemplar la nueva producción de la artista, lo último, sino precisamente a revisar o a recuperar su historia perdida en el aislamiento y el olvido. Louise Bourgeois pasó los últimos años de su vida mostrando su pasado, abriendo al público las puertas de su biografía. Porque, precisamente, su arte se alimentó de su experiencia cotidiana a través de registros íntimos, hojas de un diario en imágenes, pequeños fetiches, esculturas, objetos encontrados...
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