Sólo tres años han transcurrido desde la publicación de la biografía de Duchamp escrita por Calvin Tomkins y su versión española, lo cual es de agradecer, sobre todo teniendo en cuenta que Duchamp no es un artista del gran público, sino más bien una figura de culto, un artista para artistas. Pero con Duchamp ocurren cosas raras. El monumental estudio de Francis M. Naumann, Marcel Duchamp: The Art of Making Art in the Age of Mechanical Reproduction, que analiza el sentido de las copias, versiones y múltiples de los objetos producidos por Duchamp, desmenuzando la idea de pérdida de autoría, se ha publicado antes en la versión francesa (Hazan) que en la original inglesa (Harry N. Abrams).
De cualquier forma, ha sido una pequeña decepción la esperada biografía de Tomkins, posiblemente porque no ha conseguido acertar con el tono del relato. A los que desconocen la figura de Duchamp ofrece escasas pistas que iluminen el sentido innovador de su arte; y para aquellos que están más al corriente de su trabajo resulta escasa en datos novedosos o variantes interpretativas. Pero no es un libro de interpretación, sino una biografía que, insistiendo en el carácter afable del personaje, pretende que el lector se identifique con él. Quiere ofrecer el lado humano de uno de los artistas más inabordables de la historia.
Mucho de esta biografía es convencional, pero no todo desilusiona. En primer lugar, no es el típico relato anglosajón construido a base de entrevistas con personas que tuvieron relación con el biografiado. Es más una biografía crítica, basada en textos. Su autor es un viejo analista de Duchamp, aunque en esta obra se refiere en tono peyorativo a los duchampianos, aquellos que quieren agotar la exégesis, sacar punta al más ínfimo de los aspectos de su obra, olvidando que en el trabajo de Duchamp muchos misterios son «sólo producto del humor». Lo cual no deja de estar en contradicción con el hecho de que Tomkins formé parte, junto con algunos de los más célebres duchampianos, del comité de Étant doné, una apabullante revista semestral que pretende exprimir hasta la última gota de la interpretación. Por cierto, la exégesis de Duchamp parece que adquiere un punto álgido en este fin de siglo: además de Étant doné, otra revista monográfica ha comenzado su andadura en Nueva York. Se trata de Tout fait: The Marcel Duchamp studies online journal. «Tout fait» es la expresión francesa que corresponde a ready made. La revista aparece tres veces al año y sólo en versión electrónica (www.toutfait.com).
Ante la avalancha de estudios eruditos, se agradece el carácter semi-novelado de esta biografía, especialmente si lo comparamos con el que ha sido el proyecto más serio de reconstruir la trayectoria vital de Duchamp. Me refiero al trabajo de Jennifer Gough-Cooper y Jacques Caumont, Effemeridi su e intorno a Marcel Duchamp e Rrose Sélavy 1887-1968, que apareció en 1993 en italiano e inglés. Este voluminoso proyecto borgiano de reconstruir la vida de Duchamp día a día ha ocupado a sus autores más de veinte años de una investigación neuróticamente obsesiva. El problema es que los miles de datos conseguidos durante todo este tiempo aparecían organizados literalmente al azar, sin seguir un orden cronológico, lo cual hace que esa ingente información resulte irrecuperable. En una nota a pie de página de su libro, Francis M. Naumann cuenta, en un tono irreprimidamente irónico, cómo un amigo ha hecho lo que muchos pensamos: digitalizar todo el texto para, a través de cortar y pegar, reconstruir un relato inteligible. Pues bien, aunque el caudal de información sobre la vida de Duchamp es lógicamente inferior, la biografía de Tomkins es precisamente eso: un relato inteligible, la trayectoria vital y la semblanza humana de un personaje que a menudo no parecía humano.
