Lo accidentado y lo informe. Burbujas en el museo
Como bien sabía Giacomo Leopardi, y expresó con admirable prosa en uno de sus Diálogos, la muerte y la moda comparten el territorio de la caducidad. El mismo envejecimiento material que obliga a la renovación permanente de los seres vivos es envejecimiento simbólico en el ámbito de la apariencia, forzando de igual manera a una mutación constante del aspecto. Acaso por ello, el deterioro y corrupción de lo orgánico conduce de forma irremediable e insensible al lugar movedizo de la moda mudable, anudada con la muerte por el vínculo estrecho del trastorno. Las fracturas y quiebros del accidente o la catástrofe evocan paisajes oscurecidos por la desolación o el duelo, pero también se emplean como instrumento de sorpresa para recabar la atención de un espectador adormecido por la rutina plácida de la percepción habitual; por su parte, los volúmenes amorfos desdibujan inquietantemente los contornos rotundos de la geometría, pero sus masas primigenias sirven igualmente para provocar el frisson de plaisir que suscita la desazón del misterio o la angustia del horror. Lo quebrado y lo informe son a la vez terror y tentación...[+]