Opinión 

Laboratorio Basilea

Luis Fernández-Galiano 
31/10/2010


En la encrucijada de tres países, Basilea se promueve con el lema Culture Unlimited. Esta denominación ambigua, que reúne la mención de su legado intelectual y su protagonismo artístico con la referencia sugerida al dinamismo empresarial, describe bien su naturaleza poliédrica, a caballo de las fronteras entre la cultura y el negocio. Escenario de la mayor feria de arte del planeta, y de centros como su Kunsthalle, la Fondation Beyeler (Renzo Piano), el Museo Tinguely (Mario Botta), el Schaulager (Herzog & de Meuron) o el Vitra Design Museum (Frank Gehry), la ciudad que vio enseñar a Nietzsche, Burckhardt y Wölfflin acoge también la sede del BIS (Bank of International Settlements), la institución que establece las normas financieras en todo el mundo, y la de dos firmas farmacéuticas líderes, Novartis y Roche, la primera y la tercera del globo, y ambas mayores que cualquier compañía española. Laboratorio de arte y de cultura, y laboratorio asimismo económico y financiero, Basilea ha sabido utilizar la arquitectura como herramienta de fusión entre sus dos identidades, con una serie de campus empresariales que son también lugares de excelencia en el terreno del diseño.

Las dos grandes farmacéuticas persiguen la calidad de sus sedes con estrategias opuestas, ya que Roche mantiene la tradición de confiar en un solo arquitecto —en los años 1930 Otto Salvisberg, y hoy Herzog & de Meuron, que después de construir en el campus varios edificios han proyectado ahora un inesperado rascacielos—, mientras que Novartis, bajo el liderazgo de Daniel Vassella y la dirección técnica de Vittorio Magnago Lampugnani, ha creado un fragmento de ciudad ideal donde cada pieza se ha asignado a un miembro del star system arquitectónico, desde SANAA, Gehry, Moneo o Chipperfield hasta Siza, Piano, Nouvel o los mismos H&deM, que dialogan en sordina dentro de un recinto de acceso extraordinariamente restringido, acaso por temor al activismo de los defensores de los derechos de los animales, agraviados por los experimentos de los laboratorios. Por su parte, el pequeño conjunto de la también farmacéutica Actelion se ha encomendado en su totalidad a H&deM, que han introducido variedad con obras de muy diferente intención formal, sin duda porque el tour de force de los apilamientos acrobáticos del primer edificio es difícil de superar o de duplicar.

Finalmente, el modélico campus de la empresa de mobiliario Vitra —dentro ya de Alemania, aunque en el hinterland de la ciudad suiza, y dirigida con inteligencia cauta y visionaria por Rolf Fehlbaum— se ha enriquecido con nuevas obras de autor, y muy destacadamente con la VitraHaus de H&deM, una showroom cuya maestría de concepción y ejecución la sitúa entre las mejores realizaciones del estudio de Rheinschanze, cuyo protagonismo internacional no les ha impedido ser profetas en Basilea, donde han llevado a cabo más de un centenar de proyectos, desde el diseño interior del BIS hasta la remodelación del estadio del FC Basel, el club de fútbol al que apoyan. Muchos saben que el Barça fue fundado por el capitán del Basel Joan Gamper, y por eso los dos clubs comparten escudo y colores; pero pocos recuerdan que la primera Biblia en castellano —traducida por seguidores de Erasmo, que pasó en Basilea la última etapa de su vida— se publicó en esta ciudad, donde los avances en la fabricación del papel y su condición fronteriza impulsarían la edición de libros como con el tiempo la industria química y farmacéutica, laboratorios todos al fin de innovación intelectual y material.


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